Un grupo religioso ha lanzado una campaña en línea para recaudar 150 000 dólares con el objetivo de adquirir y destruir muñecos Labubu, que consideran “la encarnación del demonio Pazuzu”. Los organizadores argumentan que estas figuras, popularizadas por la marca Pop Mart, representan “una puerta abierta a influencias oscuras” y buscan transmitir un mensaje simbólico tanto a consumidores como a lo que describen como “Satanás”.
La iniciativa contempla la compra de ejemplares en tiendas oficiales y en el mercado de reventa, incluyendo una pieza XXL denominada “Demonio Alfa”. Una vez adquiridas, las figuras serán destruidas en una ceremonia pública transmitida en línea, acompañada de oraciones y discursos, según lo previsto por los organizadores.
La campaña provocó reacciones encontradas en redes sociales. Algunos usuarios expresaron que la acción podría ser exagerada o incluso una estrategia mediática, señalando que comprar más Labubus elevaría la demanda. Otros manifestaron apoyo al señalar experiencias de incomodidad o supuestos efectos paranormales vinculados con la presencia del muñeco.
Por su parte, coleccionistas y aficionados defienden los Labubus como objetos artísticos sin connotación religiosa o simbólica maligna. Señalan que acusar de demoníacos a estos juguetes fomenta un pánico moral injustificado. El debate plantea preguntas sobre la libertad artística y el valor cultural de los objetos de colección.
El fenómeno también refleja las tensiones entre culturas populares y creencias religiosas, así como el impacto mediático que puede tener un simple objeto de diseño. La campaña promueve un nuevo frente de confrontación simbólica en redes, donde la viralidad y la interpretación de símbolos conviven con decisiones de consumo.