Durante las protestas en Los Ángeles contra las redadas migratorias, la Guardia Nacional empleó balas de goma para dispersar a los manifestantes. El gobierno federal respondió a un fin de semana de movilizaciones intensas con el despliegue de tropas en áreas urbanas. Estas acciones generaron tensiones, ya que los manifestantes exigían el cese de las operaciones migratorias, mientras las autoridades buscaban controlar las concentraciones en las calles.
Las balas de goma, clasificadas como “menos letales”, representan riesgos significativos según el Centro Delàs, que alerta sobre lesiones como pérdidas oculares, fracturas, perforaciones pulmonares y amputaciones, incluso si se utilizan bajo protocolos establecidos. El uso de estas armas en Los Ángeles ha intensificado el debate sobre los métodos de control de multitudes, especialmente en contextos de protestas sociales donde los ciudadanos ejercen su derecho a manifestarse.
Organizaciones de derechos humanos han condenado el uso excesivo de la fuerza y la ausencia de sanciones contra los responsables, lo que refuerza la percepción de impunidad en operativos de este tipo. Estas denuncias destacan la necesidad de revisar las tácticas de las fuerzas de seguridad y garantizar la protección de los derechos de los manifestantes. La situación en Los Ángeles refleja un desafío mayor en la gestión de protestas en un clima de creciente polarización.