La nueva cepa de la viruela del mono plantea un desafío importante para la salud pública global. Las autoridades sanitarias de todo el mundo están trabajando en la prevención de su propagación, mientras continúan los estudios para comprender mejor el comportamiento de esta variante y las razones detrás de su impacto diferencial en ciertos grupos de la población.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha emitido una alerta global tras la detección de una nueva variante de la viruela del mono, denominada clado Ib. Este brote se originó en la República Democrática del Congo y ya se ha extendido a varios países africanos vecinos, incluyendo Uganda, Ruanda, Kenia y Burundi. Hasta la fecha, se han registrado más de 17,000 casos confirmados y al menos 524 muertes, lo que ha generado preocupación mundial debido al riesgo de que la enfermedad se propague a otros continentes.
A diferencia del brote de 2022, en el cual la mayoría de los afectados eran hombres, esta nueva variante está mostrando un aumento de casos entre mujeres y niños, lo que ha llevado a los expertos a investigar posibles diferencias en la transmisión y el impacto de la enfermedad en estos grupos. En particular, el clado Ib ha mostrado una mayor tasa de mortalidad en menores de cinco años, con un 40% de los casos en la República Democrática del Congo registrados en este grupo etario. Esto plantea un desafío para los sistemas de salud, especialmente en regiones con recursos limitados.
CARACTERÍSTICAS DE LA NUEVA VARIANTE
El clado Ib ha mostrado características que lo diferencian de la cepa del clado II, responsable del brote de 2022. En aquel entonces, la mortalidad y el impacto fueron relativamente controlados, especialmente en Europa y América, donde las medidas de contención lograron limitar la propagación del virus. Sin embargo, en el actual brote, la tasa de letalidad se ha estimado en un 3% en algunos países africanos. La OMS ha señalado que el número real de infectados podría ser considerablemente mayor, debido a las limitaciones en los sistemas de detección en estas regiones, lo que podría hacer que la tasa de letalidad calculada actualmente no refleje la realidad de la situación.
Además, aunque la transmisión del virus sigue siendo predominantemente a través de contacto cercano y prolongado con fluidos corporales, los expertos no descartan la posibilidad de que esta variante sea más transmisible que sus predecesoras. Esto ha generado preocupación en países fuera de África, que han comenzado a implementar medidas preventivas, incluyendo la vigilancia epidemiológica y la preparación para un posible brote global.
RESPUESTA INTERNACIONAL
La OMS ha subrayado la necesidad de una respuesta internacional coordinada para frenar la expansión de esta variante. Los países más afectados han solicitado asistencia internacional para mejorar sus capacidades de respuesta, incluyendo recursos para la detección temprana, aislamiento y tratamiento de casos. Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la OMS, ha señalado que este brote es un “evento extraordinario” debido a la rapidez con la que se han multiplicado los casos en África central, así como al potencial de expansión hacia otros continentes.
Aunque algunos expertos creen que el riesgo para países con sistemas de salud más robustos, como los europeos y norteamericanos, es “moderado a bajo”, la situación sigue siendo preocupante. La OMS ha advertido que la cooperación global es clave para contener la propagación del virus y mitigar el impacto en regiones vulnerables, donde la mortalidad es más alta debido a la falta de infraestructura sanitaria.