El 21 de febrero de 1965, Malcolm X, uno de los líderes más influyentes en la lucha por los derechos civiles de los afroamericanos en Estados Unidos, fue asesinado en Nueva York mientras se encontraba dando un discurso en el Audubon Ballroom. A los 39 años, su muerte fue un golpe devastador para la comunidad negra y para el movimiento que él mismo había impulsado con su activismo incansable y su llamado a la unidad y autodeterminación de los afroamericanos.
Malcolm X, nacido Malcolm Little en 1925, fue un defensor feroz de los derechos de los afroamericanos y un crítico implacable de la opresión racial que sufrían en el país. A través de su membresía en la Nación del Islam y su posterior ruptura con la organización, su pensamiento evolucionó, y comenzó a abrazar un mensaje más inclusivo que, incluso, lo llevó a un viaje de reconciliación con el concepto de hermandad global. Su famosa frase “Por la autodefensa, por la justicia, y por la libertad”, le permitió ganar seguidores entre las comunidades marginadas, aunque también le acarreó muchos enemigos, tanto dentro como fuera de su propio movimiento.
El asesinato de Malcolm X es todavía objeto de controversia y discusión. Aunque tres miembros de la Nación del Islam fueron arrestados y condenados por el crimen, muchos sostienen que la muerte de Malcolm X fue parte de una conspiración más amplia, ligada a la lucha interna entre facciones del movimiento de los derechos civiles y las fuerzas gubernamentales.
La muerte de Malcolm X dejó una herida profunda, pero su legado sigue siendo poderoso. Su trabajo continúa inspirando a generaciones de activistas, y su figura es reconocida globalmente como un símbolo de lucha por la justicia y la igualdad racial.
Fuente: BBC Mundo