En enero de 2025, un iceberg del tamaño de un municipio se desprendió de la plataforma de hielo en el mar de Bellingshausen, en la Antártida. Esto permitió explorar el fondo marino previamente cubierto por hielo, ofreciendo una oportunidad para investigar un ecosistema oculto. Utilizando un robot submarino llamado SuBastian, el equipo científico descubrió una gran cantidad de vida marina adaptada a condiciones extremas, como anémonas, arañas marinas, peces de hielo, pulpos y especies no identificadas. Algunas podrían ser endémicas de la región. Además, se encontraron esponjas gigantes, que sugieren que podrían tener cientos de años.
Este hallazgo desafía estudios previos que sugerían que estas áreas eran biológicamente estériles. El equipo ahora sabe que, al menos en los primeros 15 kilómetros del fondo marino, existen ecosistemas bien establecidos. Sin embargo, la pérdida repentina del hielo que cubría estas aguas plantea la incertidumbre sobre cómo afectará a estos ecosistemas, ya que los organismos de estas profundidades están adaptados a condiciones constantes y cambios en su entorno podrían ser perjudiciales.