El artista italiano Salvatore Garau vendió su escultura inmaterial titulada Io sono (“Yo soy”) por 15.000 euros en una subasta realizada por la casa Art-Rite en Milán. La obra, sin presencia física, se entrega al comprador con un certificado de autenticidad e instrucciones para su exhibición: debe situarse en un espacio de 150 x 150 centímetros libre de obstáculos.
Garau sostiene que la escultura representa un vacío con carga energética, en referencia al principio de incertidumbre de Heisenberg, y que puede percibirse mediante la imaginación y el pensamiento, similar a la música o la oración.
No es la primera obra invisible del autor. Anteriormente presentó Buda en contemplación en Milán y Afrodita Piange en Nueva York, ambas siguiendo el mismo concepto. Estas obras han generado debate sobre los límites del arte contemporáneo y su vínculo con la percepción y la materia.