Investigaciones y testimonios documentan que, cuando una ballena pierde a su cría, puede permanecer junto a su cuerpo durante un periodo prolongado. En ese tiempo, la madre empuja el cuerpo sin vida sobre la superficie del agua, lo sostiene sobre su lomo y lo acompaña a lo largo de un trayecto que puede extenderse durante días o semanas.
Esta conducta ha sido interpretada como parte de un proceso de duelo. La madre no abandona de inmediato el cuerpo de la cría, sino que lo mantiene cerca hasta que, eventualmente, lo deja ir.
Este fenómeno ha sido observado en distintas especies de cetáceos y plantea interrogantes sobre la dimensión emocional de los animales marinos. La duración y el comportamiento del acompañamiento sugieren la existencia de un vínculo persistente tras la muerte.