El 21 de junio, Juliana Marins, influencer brasileña de 26 años, sufrió una caída de más de 600 metros mientras ascendía el monte Rinjani, ubicado en la isla indonesia de Lombok. Marins participaba en una caminata organizada junto a un guía local y otros turistas. Durante el recorrido, se activaron protocolos de emergencia luego de que la joven pisara una zona inestable y se precipitara por una cornisa.
Los equipos de rescate, compuestos por agentes forestales, brigadas especializadas y personal de servicios de emergencias locales, acudieron de inmediato al sitio del accidente; sin embargo, la búsqueda enfrentó dificultades debido a la niebla, el terreno rocoso y la falta de una ruta accesible. Cuatro días más tarde, su cuerpo fue localizado en un punto elevado del volcán, en una zona donde incluso el acceso a pie había sido imposible.
Marins había emprendido un viaje por Asia desde febrero, compartiendo en redes sociales su paso por países como Tailandia, Malasia y Vietnam. Su objetivo era documentar experiencias culturales y naturales, acompañando cada etapa con fotografías y videos.
En Brasil, la noticia provocó múltiples reacciones. Autoridades diplomáticas y familiares han solicitado la apertura de una investigación para revisar los protocolos de emergencia y rescate utilizados durante la excursión. Entre las interrogantes se cuenta si existía equipo adecuado, qué tan claro era el margen de riesgo informado a los participantes y si la respuesta fue oportuna. El caso reavivó el debate sobre la seguridad en ubicaciones remotas y la necesidad de precisar responsabilidades en rutas de montaña.
