Ernesto Zedillo Ponce de León asumió la presidencia de México el 1 de diciembre de 1994, tras ganar las elecciones del 21 de agosto de ese año. Su mandato, enmarcado por una severa crisis económica y una transición política, dejó un legado de avances significativos y críticas que aún generan debate.
Aportaciones clave
Zedillo enfrentó el colapso económico conocido como el “Error de Diciembre” de 1994. Su administración negoció un rescate financiero internacional y aplicó medidas de austeridad que estabilizaron la economía, aunque a costa de un aumento temporal en la pobreza. La autonomía del Banco de México y la creación del programa Progresa—un esquema de transferencias condicionadas para apoyar a familias vulnerables—fueron pilares de su gestión, reconocidos internacionalmente. En el ámbito político, Zedillo fortaleció la autonomía del Instituto Federal Electoral (IFE), allanando el camino para la alternancia en el poder en 2000, cuando el PRI perdió la presidencia por primera vez en siete décadas. Además, consolidó el TLCAN, impulsando el comercio y la inversión extranjera.
Acusaciones y críticas
El sexenio no estuvo exento de controversias. El rescate bancario a través del Fobaproa generó críticas por su alto costo para el erario y presuntos beneficios a elites financieras. La devaluación del peso y las políticas de austeridad afectaron el poder adquisitivo de millones de mexicanos. En Chiapas, la masacre de Acteal (1997) marcó un punto álgido en el conflicto zapatista, con señalamientos al gobierno por no contener la violencia. Las privatizaciones de sectores como los ferrocarriles también fueron cuestionadas por falta de transparencia.
Un legado en discusión
El gobierno de Zedillo es recordado por sentar las bases de la estabilidad económica y la apertura democrática, pero también por los costos sociales de sus decisiones. A 25 años de su salida del poder, su presidencia sigue siendo un tema de análisis entre quienes destacan sus reformas y quienes cuestionan sus métodos.