La Academia Sueca anunció el 9 de octubre de 2025 en Estocolmo que el Premio Nobel de Literatura de este año corresponde al escritor húngaro László Krasznahorkai. El comité justificó la distinción por “su obra convincente y visionaria que, en medio del terror apocalíptico, reafirma el poder del arte”, según el comunicado oficial.
El galardón reconoce un conjunto de textos que ha obtenido reconocimiento generalizado y se define por el absurdismo y el exceso grotesco.
Krasznahorkai, nacido en 1954 en Gyula, Hungría, dos años antes de la Revolución Húngara de 1956, desarrolló su producción literaria en un contexto marcado por la represión soviética. En declaraciones previas, el autor describió su entorno infantil como “un aprieto y un país donde una persona maldita con una sensibilidad estética y moral elevada como yo simplemente no puede sobrevivir”.
Sus novelas, ambientadas frecuentemente en aldeas centroeuropeas invernales, retratan a pobladores que buscan interpretación en símbolos dispersos en un mundo sin divinidad.
Entre sus publicaciones destacadas figura la novela debut “Sátántangó” (1985), donde aldeanos evalúan si un recién llegado representa una estafa o una redención. El texto incluye oraciones extensas que abarcan casi una página, como una descripción de un amanecer.
Esta obra se adaptó a cine en 1994 por el director húngaro Béla Tarr, con quien Krasznahorkai colaboró en guiones posteriores; la película, de siete horas de duración, recibió elogios por su capacidad de mantener la atención. Otra pieza relevante es “La melancolía de la resistencia” (1989), que narra la llegada de un circo itinerante a un pueblo deteriorado, transportando solo la carrocería de una ballena gigante.
El suceso genera desorden y vandalismo, permitiendo que una habitante, la señora Eszter, intervenga para restaurar el orden y asumir el control local en dos semanas, eliminando lo establecido para instaurar un nuevo régimen.
El estilo de Krasznahorkai se caracteriza por oraciones largas, sinuosas y autorrevisoras, a las que el autor atribuyó en una ocasión que el punto final “no pertenece a los seres humanos, sino a Dios”. Su traductor al inglés, George Szirtes, lo describió como un “flujo lento de lava narrativa”. Aunque el universo de sus relatos suele ser escueto, las frases resultan densas. En una entrevista de este año, Krasznahorkai definió el arte como “la respuesta extraordinaria de la humanidad al sentimiento de extravío que es nuestro destino”.
La ensayista estadounidense Susan Sontag lo denominó “el maestro contemporáneo del apocalipsis”, y el crítico James Wood señaló que sus libros se intercambiaban inicialmente “como una moneda rara” antes de ganar mayor difusión en inglés.
El premio se enmarca en la tradición épica centroeuropea que va de Franz Kafka a Thomas Bernhard, según la Academia. En 2024, el Nobel recayó en la surcoreana Han Kang por su “prosa poética intensa que confronta traumas históricos y expone la fragilidad de la vida humana”.
El de 2023 correspondió al noruego Jon Fosse, reconocido por su “reducción radical del lenguaje y la acción dramática que expresa las emociones humanas más potentes de ansiedad e impotencia en términos simples”. El monto del galardón asciende a 11 millones de coronas suecas, equivalentes a un millón de dólares estadounidenses.
El primer ministro húngaro Viktor Orbán, pese a críticas previas de Krasznahorkai hacia su gobierno, felicitó al autor en redes sociales y lo presentó como una fuente de orgullo nacional. Krasznahorkai, de 71 años, acumula reconocimientos como el Man Booker International de 2015 y el National Book Award for Translated Literature de 2019.