Diana Jael Cuervo Santos tenía 20 años y el sueño claro de convertirse en psicóloga. Dejó su natal Tamiahua para estudiar en la Universidad Veracruzana, en Poza Rica, donde cursaba la licenciatura en Psicología en la Facultad de Ciencias de la Salud. Sin embargo, su vida se apagó el pasado 10 de octubre, cuando las inundaciones provocadas por el desbordamiento del río Cazones cubrieron por completo la casa donde rentaba una habitación.
Vecinos relatan que la joven no pudo escapar porque la puerta principal estaba bajo llave. “La chapa quedó forzada, la muchacha no alcanzó a salir”, comentan con impotencia quienes la ayudaron a sacar el cuerpo de aquella vivienda verde turquesa, situada a unas calles de la universidad.
Junto a Diana murió su novio, Carlos Eduardo Baltazar Ramírez, estudiante de Ingeniería Mecatrónica en el Instituto Tecnológico Superior de Poza Rica. De acuerdo con versiones locales, el joven intentó rescatarla, pero ambos perdieron la vida en medio del caos que dejó el desbordamiento.
A tres días del desastre, estudiantes de la UV y del Tecnológico recorren las calles de la colonia Morelos, haciendo listas para ubicar a sus compañeros desaparecidos. Reclaman la falta de apoyo de las autoridades y la decisión tardía de suspender clases cuando ya no había transporte disponible para salir de la ciudad.
Dentro de la habitación de Diana quedaron sus apuntes, un ventilador y una chancla de vaquita. En la entrada de la facultad donde estudiaba, hoy reposan dos veladoras encendidas en su memoria, símbolo del sueño que no alcanzó a cumplir y del reclamo que sigue vivo entre sus compañeros: que la tragedia no se repita.
