Una grabación difundida en redes sociales generó una ola de reacciones tras mostrar a una boxeadora profesional interactuando con un orangután en condiciones cuestionables. En el video, captado en un zoológico abierto al público en la región de Crimea, se observa a la deportista acercando un dispositivo de vapeo al rostro del animal, quien aparentemente imita el acto de inhalar y exhalar el vapor. El hecho provocó respuestas inmediatas de diversas organizaciones relacionadas con el bienestar animal y del público en general.
La escena fue compartida directamente por la atleta en sus plataformas personales, lo que provocó una reacción en cadena. En cuestión de horas, su conducta fue catalogada como un caso de exposición irresponsable y generó llamados a tomar acciones dentro de la comunidad deportiva. Posteriormente, la boxeadora publicó un segundo video en el que intentó justificar el incidente, argumentando que se trató de una puesta en escena. Sin embargo, sus declaraciones fueron percibidas como contradictorias.
En paralelo, se informó que el orangután involucrado comenzó a mostrar señales de alteración física. Personal veterinario del zoológico reportó pérdida de apetito, rechazo a la interacción con los visitantes y comportamiento apático, lo que elevó la preocupación sobre una posible intoxicación. Se estableció un protocolo de vigilancia médica para evaluar posibles daños al sistema respiratorio y digestivo del animal.
El incidente no solo generó consecuencias dentro del ámbito deportivo, sino que también abrió un debate sobre la responsabilidad que deben tener las figuras públicas cuando interactúan con animales en cautiverio. Las autoridades del zoológico no han dado detalles sobre posibles sanciones internas, pero trascendió que se está considerando restringir el acceso a determinadas áreas del recinto. Mientras tanto, la boxeadora enfrenta cuestionamientos que van más allá del deporte, pues su imagen pública ha quedado afectada por una acción que cruzó límites éticos y legales.
