Bryan Johnson, un empresario que promueve la longevidad, ha estado utilizando acuerdos de confidencialidad durante años para controlar la información sobre su vida y sus empresas. Esta práctica ha afectado a empleados, proveedores y otros colaboradores, quienes han tenido que firmar contratos que impiden divulgar detalles sobre su vida personal y profesional. Estos acuerdos se han vuelto más estrictos con el tiempo, incluyendo cláusulas que restringen la divulgación de información sobre su hogar, vehículos y otros aspectos de su vida.
En 2023, Johnson organizó un estudio con 1.700 voluntarios que participaron en un programa de suplementos y alimentos, pero más del 60% reportó efectos adversos. Entre estos, se destacaron problemas como vómitos y alteraciones metabólicas. Tras este evento, su médico personal dejó de trabajar con él, aunque se le ofreció un acuerdo para firmar un NDA a cambio de un pago.
Los acuerdos de confidencialidad han sido objeto de críticas por ser excesivos y coercitivos, y han provocado denuncias ante las autoridades por posibles violaciones de leyes laborales. Estas denuncias incluyen casos de exempleados que alegan que los contratos los obligaron a aceptar condiciones inapropiadas o a mantener silencio sobre problemas en el trabajo.