El cempasúchil, la icónica flor de color naranja intenso que adorna los altares y ofrendas durante el Día de Muertos, es mucho más que un símbolo decorativo en la tradición mexicana. Conocida como la “flor de veinte pétalos” en náhuatl (cempoalxochitl), su origen se remonta a las culturas prehispánicas, donde se consideraba sagrada por su papel en los rituales funerarios y su capacidad para guiar a los espíritus.
Origen y Significado Cultural
El cempasúchil es nativo de México y América Central, donde fue cultivado y reverenciado por culturas como la mexica y la maya. Estas civilizaciones creían que el color vibrante y el aroma de la flor creaban un camino de luz para guiar a las almas de los difuntos de regreso al mundo de los vivos. Este simbolismo sigue vivo hoy en día, y cada año, millones de flores se disponen en los altares de las familias mexicanas como un recordatorio del vínculo eterno con sus seres queridos.
Usos en la Celebración de Día de Muertos
Además de ser un elemento central en las ofrendas, el cempasúchil tiene un uso práctico: sus pétalos son esparcidos en el suelo formando caminos que, según la creencia, indican a los difuntos la ruta hacia el altar. Los altares también se adornan con arcos de cempasúchil, que representan la puerta entre el mundo de los vivos y el mundo de los muertos.
Propiedades Medicinales y Otros Usos
Históricamente, el cempasúchil no solo se ha utilizado en rituales, sino también en la medicina tradicional. Sus propiedades antiinflamatorias y antimicrobianas han sido aprovechadas para tratar diversos padecimientos, como dolores de estómago, infecciones y problemas respiratorios. Además, en algunas regiones, la flor se emplea para teñir textiles de manera natural, y sus pétalos se utilizan en la gastronomía, en platillos típicos de la temporada.
Una Tradición Viva
El cultivo del cempasúchil ha cobrado fuerza en los últimos años, y con él, la economía de los agricultores que se dedican a producir la flor para las celebraciones de noviembre. Esta tradición continúa creciendo y expandiendo su simbolismo, reafirmando el cempasúchil como un emblema de vida y muerte, de recuerdos y amor.