CRÓNICA DE LA PANDEMIA

-¿Puedes creer que el Pollo Saldivar volvió a fallar?- Fue el último partido que vi antes de la pandemia.

Sí. Se quedó parado como tonto en la portería. Nomás vio cómo el balón rebotó en la red. Gol de tu América. Viernes por la noche. Estadio Olímpico Universitario. Uno a uno ¡Puta madre no puede ser! Pero el segundo tiempo era nuestro: Pablito Barrera, Alan Mozo, y hasta el zonzo de Malcorra estaban encendidos. Paco Memo salvó al Ame varias veces. Yo brinqué del sillón y espanté a Paolo. Ze pequeño, como le digo de cariño.

Pero de nuevo el Pollo Saldivar hizo el oso. Le entregó el balón al delantero del América en forma ridícula. Gol. Lo maldije mil veces -¡Pinche vendido!-, grité y la vecina me oyó, estaba la puerta abierta. –Es por el futbol, disculpe-, sonreí.

Afortunadamente para nuestros Pumas, el empate llegó rápido. Malcorra el malquerido se coló en el área y gol. A huevo carajo. Agité las manitas de Paolo en su carriola. Se rio mucho. Debiste verlo ¡Goya! ¡Goya! ¡Goya! Le grité y me enseñó sus primeros dos dientes. – ¡Ya oí su escándalo!-, gritó Mary desde arriba. Luego otro gol de nuestro delantero Argentino. Pero en el último minuto América nos empató y quedamos con un sabor amargo en la boca. Partidazo. Fue increíble. Paolo lo vio todo mordiendo un changuito de peluche.

Poco tiempo después llegó la pandemia a México, una gripa que mata ancianos, diabéticos e hipertensos. Eso dicen los periódicos. Esto no me lo creerías: la liga italiana, inglesa, española, todas suspendidas. El mundo está muerto. Sin futbol cómo quieren que vivamos. Solo tú y yo lo entendemos. De qué podríamos hablar cuando nos veamos si no es de futbol.

También el Tony lo dejó. Se suspendió la liga donde jugaba. Ahora solo toma caguamas, nada de dribles ni chilenas. El mundo se está apagando. Todos dicen que vamos a sobrevivir. Yo digo que sin futbol, estamos como muertos en vida. Sé que piensas lo mismo. El Bellavista, jugó su último partido la semana pasada y Tony metió cuatro goles. Fue todo, lo puso en su Facebook. Con esta emergencia ya solo sube fotos en las escaleras de su edificio tomando. Carta Blanca, ya sabes. Desde ahí empecé esta depresión. ¡¿Qué quieren que hagamos sin futbol?!

Ya le abrí los baloncitos de goma que la tía Chelín le regaló a Paolo. Los ama. Ahorita solo los muerde, pero todo el día estamos juntos jugando futbol. Te digo que no podemos salir ni a la esquina. Mary y él se quedan en casa cuando voy al súper a comprar comida. Todo mundo anda con cubre boca. Puff. Todas las veces que salgo buscos algunos niños, algún loco que esté jugando. Nada. También nos prohibieron las cascaritas. Según esto la gripa se pega muy fácil así, eso dicen. Yo de camino pateo algunas piedras y meto gol en las coladeras. Lo peor: acabo de ver que si algún día el futbol regresa, se va a castigar a quien escupa. Eso va a ser difícil. Tú que metiste miles de goles en el llano, bien lo sabes.

Por lo pronto le puse dos peluches a Ze Pequeño en su cuna, a manera de portería. Desde ahí lanza la bola con fuerza. Tiene nueve meses pero la otra vez como que despejó el balón. Le hice fiestas y grité: ¡goool! Debiste ver su risa. Pensé que era buen momento para explicarle las ventajas de ser delantero o media punta. No te quiero emocionar pero igual y resulta un diez, como tú. De esos que arman las jugadas en el medio campo. De esos que ya están extintos. No te preocupes, ya le expliqué quién fue Maradona y Riquelme. Hasta le puse un video en el celular.

También le aseguré que si deseaba ser defensa central no tuviera pena. Son de fuerte carácter y nada los doblega. Chance y es como Darío Verón. Pero apuesto que, por la forma en que despejó, lo suyo va a ser el medio campo. No te apures.

La pandemia no acaba y seguimos tratando de respirar sin nuestro deporte. Dicen que el futbol es la cosa más importante dentro de las cosas menos importantes de la vida. Pero ya vi que no. Es una algo mucho más vital. No pensé que lo necesitara tanto. No temo a la enfermedad porque tengo algo más grave, me falta el futbol.

Hace un año te fuiste. El cáncer se nos interpuso. Pero muchos viejos siguen contando tus fantasías en la cancha. Tus goles olímpicos. Tus pases de cincuenta metros. Ahora vives para siempre. Me queda una sonrisa porque sé que allá, donde estás, seguro estás chutando, haciendo fintas, eligiendo a los mejores para armar un buen cuadro. Yo a todo mundo le digo: mi papá es el futbol.

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