Mujeres de distintas regiones de la República Democrática del Congo han denunciado casos de explotación y abuso sexual por parte de integrantes de la Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en el país (MONUSCO), desplegada desde 1999. Testimonios recopilados exponen un patrón de relaciones desiguales entre soldados extranjeros y mujeres locales.
Historias como las de Kamate y María Masika narran cómo las víctimas mantuvieron vínculos con miembros de las fuerzas de paz que, al conocer de embarazos o demandas de apoyo, abandonaron el país sin asumir responsabilidad. Kamate es madre de Dimitri, un niño de 12 años que nunca ha tenido contacto con su padre.
La propia ONU reconoció en un informe de 2023 al menos 100 denuncias de abuso y explotación sexual vinculadas con personal asignado a esta misión. Las cifras podrían ser mayores, ya que muchas víctimas no denuncian por temor, estigmatización o falta de acceso a mecanismos de justicia.
Diversas organizaciones locales e internacionales han exigido una revisión de los protocolos de actuación y responsabilidad de las misiones de paz en zonas vulnerables, así como reparaciones para las personas afectadas. Las denuncias continúan generando atención sobre el actuar de las fuerzas de paz en contextos de conflicto.