El nacimiento de tres ejemplares con características del extinto lobo terrible ha puesto sobre la mesa una pregunta central: ¿representa esto un riesgo para los ecosistemas y la relación de la humanidad con la naturaleza?
La empresa Colossal Biosciences anunció esta semana que logró producir, mediante ingeniería genética, tres lobos grises modificados con rasgos del lobo terrible, una especie que desapareció hace más de 10.000 años. Los ejemplares, nombrados Rómulo, Remo y Khaleesi, fueron desarrollados a partir de edición genética aplicada al ADN de lobos grises, considerados su pariente más cercano.
A pesar de que la noticia fue recibida como un avance científico, diversos expertos han cuestionado el procedimiento y su denominación como “desextinción”. Según el zoólogo Philip Seddon y el paleogenetista Nic Rawlence, el ADN original del lobo terrible está demasiado degradado como para reconstruir la especie de forma auténtica. En su lugar, se trataría de híbridos genéticos con características seleccionadas.
La principal preocupación radica en las implicaciones ecológicas. Especialistas advierten que introducir organismos con rasgos de especies extintas podría alterar el equilibrio natural. Un animal como el lobo terrible, con potencial para ocupar un lugar dominante en la cadena alimenticia, podría generar consecuencias imprevistas si se liberara en un entorno silvestre.
Además del impacto ambiental, se abre un debate ético. Algunos científicos plantean que estas prácticas reflejan una forma de intervención extrema sobre la naturaleza. La capacidad de editar genéticamente y recrear especies plantea interrogantes sobre los límites del conocimiento científico y la responsabilidad humana.
Colossal ha declarado su intención de aplicar esta misma tecnología en proyectos similares con otras especies extintas, como el mamut lanudo. La comunidad científica, por su parte, llama a una evaluación cuidadosa de los riesgos asociados antes de continuar.
El caso del lobo terrible no solo revive una especie. También reactiva una discusión profunda: si la humanidad puede hacerlo, ¿debe hacerlo? ¿Y a qué costo para el planeta?