Tras un operativo encabezado por la Marina, fue detenido el narcotraficante Rafael Caro Quintero, en Guadalajara.
La detención del narco se ha producido dos días después de la reunión en Washington del presidente Andrés Manuel López Obrador con Joe Biden y durante la visita del mandatario, el tema de la seguridad y el tráfico de armas fue uno de los asuntos principales, además de la crisis migratoria y con la captura del capo se salda una de las deudas pendientes de México con el Gobierno de Estados Unidos.
Aunque no está considerado el poderoso narcotraficante que fue en su día, una ficha del FBI en octubre alertaba de que seguía siendo una amenaza para el tráfico de estupefacientes.
La inteligencia mexicana filtró a la prensa local que Caro Quintero trabajaba en coordinación con el cartel de Juárez y su brazo armado, la línea para recuperar zonas de Sonora y mientras él estaba en prisión habían sido tomadas por otro cartel, especialmente los enviados de una de las facciones del poderoso cartel, los hijos de El Chapo, conocidos como Los Chapitos.
Una guerra entre Los Chapitos herederos del imperio criminal de su padre que se han disputado el control total de la organización con otro de los fundadores y bandas locales, que resucitan el nombre de Caro Quintero, mantienen sitiado el norte de Sonora y mientras que ellos han desatado el terror en la región por sus nuevas formas de amedrentar a sus rivales y muchos más sangrientos renuentes a pactos ni el más mínimo código de honor, el viejo capo seguía representando la época dorada del narcotráfico.
