El Santo Grial o Grial es conocido como el recipiente que utilizó Jesús durante la Última Cena. Su vínculo con José de Arimatea surge a partir de textos medievales, especialmente una obra del siglo XII escrita por Robert de Boron. En ese relato, Jesús resucitado entrega el Grial a José y le encomienda llevarlo a Britania.
Autores posteriores afirman que José habría utilizado el cáliz para recoger la sangre y el agua que brotaron del cuerpo de Jesús tras ser herido por la lanza de un soldado romano. Una vez en Britania, según estas narraciones, se habría establecido una línea de custodios dedicados a resguardar el objeto en secreto.
Con el tiempo, el Grial adquirió un papel importante en las leyendas del rey Arturo. Dentro del llamado Ciclo Artúrico, se fusionan creencias cristianas con antiguos relatos celtas sobre objetos sagrados, entre ellos un caldero que otorga abundancia o sabiduría.
Además de los textos literarios, han circulado distintas versiones sobre copas reales que podrían ser el verdadero Grial. El término “grial” aparece en varias lenguas europeas medievales y su origen parece estar en el latín gradalis, palabra que describe un tipo de recipiente utilizado en banquetes para servir alimentos por etapas.
En el siglo XIII, Helinand de Froidmont menciona en su crónica que gradalis era una especie de bandeja o cuenco profundo en el que se ofrecían comidas de forma ceremonial a personajes de alto rango. Con el tiempo, esta definición evolucionó hasta asociarse con el objeto sagrado vinculado a la figura de Jesús.
