El etiquetado frontal de alimentos y bebidas en México se implementó con el objetivo de proporcionar información clara sobre el contenido nutricional de los productos y promover decisiones más informadas entre los consumidores. Los sellos incluyen alertas sobre exceso de calorías, azúcares, grasas saturadas y sodio. La idea es alertar a las personas sobre los riesgos de consumir productos con altos niveles de estos componentes.
A pesar de la implementación del etiquetado, los estudios han mostrado que su efectividad en cambiar los hábitos alimenticios de la población es aún incierta. Algunos consumidores no prestan atención a los sellos o no modifican sus elecciones de compra. Además, se ha señalado que algunos productos continúan siendo promocionados de manera atractiva, lo que podría contrarrestar el efecto del etiquetado.
El debate sobre el etiquetado frontal también involucra aspectos relacionados con la industria alimentaria, que ha señalado posibles impactos negativos en sus ventas. A pesar de las críticas, el etiquetado sigue siendo una herramienta clave en los esfuerzos para combatir la obesidad y otras enfermedades relacionadas con la alimentación en el país.
