El Día del Trabajo se conmemora cada año en distintas partes del mundo como un recordatorio de las luchas sociales por condiciones laborales reguladas y derechos sindicales. Más allá de las ocupaciones reconocidas tradicionalmente, existen labores menos visibles que también sostienen sectores esenciales. Una de ellas es la redacción de esquelas funerarias, un oficio con presencia en diversas funerarias y medios impresos.
Jessica Anderson, residente en Estados Unidos, trabajó durante su juventud en una funeraria local redactando esquelas. Su tarea consistía en convertir los datos entregados por las familias en textos formales que pudieran ser publicados en periódicos o boletines comunitarios.
Anderson explicó que el trabajo exigía precisión, conocimiento de normas editoriales y un trato respetuoso con las personas que acababan de perder a un familiar. El proceso comenzaba con una plantilla base, a la que debía añadirse información relevante como nombre completo, edad, fecha de fallecimiento, lugar de servicios y detalles sobre la familia.
Las esquelas se entregaban con plazos ajustados, por lo general el mismo día o al día siguiente del deceso. Además de la redacción, Anderson revisaba errores ortográficos o inconsistencias, ya que cualquier imprecisión podía generar conflictos con los deudos.
Aunque es una ocupación que pocas personas mencionan cuando se habla de empleos, forma parte del engranaje que permite a las comunidades gestionar procesos administrativos y simbólicos tras una pérdida. En fechas como el 1º de mayo, este tipo de trabajos también entra en la reflexión sobre el valor de todas las labores humanas, independientemente de su visibilidad o reconocimiento social.