La familia de Mohamed Sabry Soliman, principal sospechoso del ataque ocurrido en Boulder, Colorado, ha sido detenida por agentes de migración y se encuentra bajo proceso de deportación. La intervención de las autoridades migratorias ocurrió días después de que Soliman fuera acusado formalmente de un delito de odio federal y 16 cargos por intento de asesinato.
Soliman, de 45 años y nacionalidad egipcia, se encuentra bajo custodia tras confesar haber planeado por más de un año un ataque dirigido contra lo que describió como un “grupo sionista”. El incidente ocurrió durante el evento “Corran por sus vidas”, organizado en apoyo a personas secuestradas por Hamás.
Durante el ataque, el agresor utilizó dispositivos incendiarios improvisados, incluyendo cócteles molotov y lo que autoridades describieron como un “lanzallamas casero”. Según testigos presenciales, Soliman gritó consignas políticas antes de iniciar el atentado. Como resultado, 12 personas resultaron heridas, con edades entre los 52 y 88 años. Tres de ellas permanecen hospitalizadas.
El FBI ha señalado que uno de los lesionados es sobreviviente del Holocausto. La dimensión simbólica del ataque ha encendido la discusión pública sobre la vigilancia de actividades extremistas, especialmente aquellas alimentadas por motivaciones ideológicas internacionales.
Posterior a los hechos, el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés) procedió con la detención de la esposa y los cinco hijos del sospechoso, quienes también se encontraban en el país de manera irregular. Soliman ingresó con una visa vencida hace dos años, aunque logró tramitar una autorización de trabajo que sigue vigente hasta marzo de 2025.
El gobierno federal ha iniciado el procedimiento de “expulsión acelerada” de los miembros de la familia. El caso ha abierto una discusión sobre la necesidad de una revisión más estricta de antecedentes para la emisión y renovación de permisos migratorios.
