-Salvador Solis.
Una de las películas de terror que causó revuelo en el 2010 fue “Trampa del mal” una historia que nos cuenta acerca de 5 personas que se quedan encerrados en un elevador y vivirán una experiencia de pesadilla que los dejará traumados de por vida, y no todos saldrán con vida de ahí, pues en secreto una de esas personas está poseída por el mismísimo Diablo. Como una estrategia de mercadotecnia, se rifaron varios boletos para el estreno en España.
La dinámica consistió en que las personas mandaran sus historias terroríficas en un elevador y la más tenebrosa ganaría un pase doble. Hasta la fecha, hay varios relatos de esa dinámica que causan bastante impacto, pues presuntamente son reales y varios comentan que no han superado tales experiencias a pesar de que las contaron hace más de 10 años y las vivieron mucho antes de redactarlas. Y a continuación veremos unas de ellas.
-Antonio Gutiérrez nos cuenta:
“Hace unos años trabajaba en un edificio de 13 plantas en Barcelona en el que a diario había mucho tráfico en los ascensores. A mediodía subí al ascensor para ir a comprar una bebida, pero cuando se cerraron las puertas el ascensor enloqueció y comenzó a ir de la planta baja a la planta 13 sin parar, de arriba a abajo hasta que llegaron los técnicos y lo repararon, una hora y media después”.
-Cristóbal Asencio nos cuenta:
“Sucedió durante una intervención a vida o muerte en el Hospital Ramon y Cajal de Madrid. Bajábamos en un ascensor cuando recuerdo haberme visto reflejado en el techo metálico del ascensor, tumbado en una camilla. Observé con atención. Quería saber si la operación había salido bien, pero me preocupaba estar aún bajo los efectos de la anestesia. Me centré en mi cara para descubrirlo, ¡y entonces vi que mis ojos habían desaparecido! Allí no había nada. Sólo dos cuencas vacías en el techo del ascensor. Negras e infinitas. Mis ojos no estaban y, sin embargo, me estaba viendo… No dejo de preguntarme si el camillero pulsó realmente el botón de la planta tres, donde está la sala del despertar, o fuimos directos al sótano, ¡al infierno!”
-Alberto Navarro nos cuenta:
“Hace ya algunos años estaba en casa con mis padres tranquilamente viendo la tele. De golpe escuchamos uns gritos fuera. Salimos a ver qué pasaba y los gritos desesperados procedían del ascensor. Bajamos corriendo un par de pisos y vimos que el ascensor se había quedado averiado entre el rellano y el primer piso. Dentro había una chica desesperada que lloraba y daba unos golpes terribles contra el ascensor. Avisamos a la empresa, pero tardaba en llegar, tanto que la chica se estaba destrozando las manos de los golpes contra el espejo. Tuvieron que venir los bomberos que finalmente, forzaron y lograron abrir las puertas. La chica, que no vivía en la comunidad, salió despedida hacía la calle, con sangre en todo el rostro. Recuerdo cómo quedó el ascensor… Me giró el corazón. Se había dejado la piel. La señora de la limpieza nunca llegó a quitar una pequeña mancha de sangre escondida en la puerta. La vi durante años… Hasta que cambiaron el ascensor”.
