Alejandro González Iñárritu y Guillermo Arriaga, director y guionista emblemáticos del cine mexicano, pusieron fin a más de dos décadas de distanciamiento público durante la función especial por los 25 años de Amores Perros. La proyección se llevó a cabo en el Palacio de Bellas Artes en Ciudad de México, y marcó el espacio donde ambos reconocieron sus diferencias pasadas y celebraron un reencuentro emotivo.
Iñárritu admitió que hace unos 20 años “hubo una fractura muy dolorosa, originada por desencuentros y distintos puntos de vista”. Sin embargo, dijo que el aniversario de la película les brindó “el marco perfecto para reencontrar ese cariño profundo y mutuo” que siempre los unió, destacando la herida, pero también la posibilidad —ya cumplida— de reconciliación.
Por su parte, Arriaga respondió en el escenario que incluso ante heridas profundas “siempre existe la posibilidad de la conciliación”. Añadió que su reencuentro con Iñárritu, aunque tardío, es poderoso en un contexto global de polarización, y definió la reconciliación como un acto de hermandad que recobra sentido (y nombre) tras tantos años.
La celebración incluyó no solo la proyección restaurada de Amores Perros, sino también un concierto especial de Gustavo Santaolalla, compositor de la banda sonora original, y una atmósfera de reconocimiento al legado que ambos creadores tienen en el cine mexicano contemporáneo.