En el año 2000, Inés Ramírez, una mujer zapoteca del estado de Oaxaca, realizó un procedimiento de cesárea a sí misma tras doce horas de trabajo de parto, sin asistencia médica. En ese momento se encontraba sola, sin posibilidad de traslado inmediato a un hospital y con el médico más cercano a varios kilómetros de distancia.
De acuerdo con los testimonios recopilados posteriormente, Ramírez se sentó en una banca, ingirió una botella de alcohol etílico como método de anestesia e hizo una incisión de 17 centímetros en su abdomen utilizando un cuchillo de cocina. Después de aproximadamente una hora, logró extraer a su hijo y cortar el cordón umbilical, desmayándose poco después.
Al recobrar la conciencia, pidió ayuda a uno de sus hijos, quien fue en busca de auxilio médico. Un profesional de salud acudió a su domicilio y realizó la sutura de la herida antes de trasladar a madre e hijo a un hospital para una evaluación completa. Ambos fueron estabilizados sin complicaciones mayores reportadas.