El líder norcoreano, Kim Jong-un, ha establecido nuevas normativas en Corea del Norte, que incluyen la prohibición de los hot dogs y el divorcio, con el fin de preservar lo que el régimen considera la pureza cultural y social del país.
Según informes, la decisión de vetar los hot dogs responde a la preocupación del gobierno por la posible influencia de la cultura occidental. Este alimento, asociado con Estados Unidos, ha comenzado a ganar popularidad en Corea del Sur, lo que ha llevado a las autoridades norcoreanas a considerar su preparación y consumo como una forma de traición al sistema. Las personas sorprendidas cocinando o sirviendo hot dogs enfrentarán castigos severos, que podrían incluir trabajos forzados en campos de concentración.
Además de esta medida, el gobierno de Kim Jong-un ha implementado restricciones en el ámbito social, prohibiendo el divorcio. En Corea del Norte, el acto de separarse es visto como una amenaza al orden social, y quienes se divorcian, sin importar las circunstancias, pueden ser condenados a trabajos forzados. Desde 2023, las sanciones se aplican tanto a hombres como a mujeres, aunque las mujeres enfrentan penas más duras. La creciente tasa de divorcios, impulsada por dificultades económicas, ha sido una preocupación del régimen, que busca reforzar la estabilidad familiar.
Estas medidas forman parte de un conjunto de políticas que reflejan el aislamiento del país y el control estricto sobre la cultura y las costumbres, con el objetivo de evitar la influencia de Occidente, en particular de su vecino, Corea del Sur. La respuesta del régimen ante la adopción de costumbres extranjeras subraya su temor a que tales prácticas puedan socavar su poder y el control sobre la población.