LA REINA DE INGLATERRA QUE BUSCÓ IMPONER EL CATOLICISMO

María Tudor, conocida también como María I de Inglaterra, fue una figura histórica que marcó profundamente el rumbo religioso de su país. Nacida el 18 de febrero de 1516, hija del rey Enrique VIII y Catalina de Aragón, ascendió al trono en 1553, tras la muerte de su hermano Eduardo VI. Su reinado estuvo marcado por su fervor católico y su decidida lucha por restaurar el catolicismo en un país que, bajo el mandato de su padre y hermano, había adoptado el protestantismo.

Durante su gobierno, María intentó revertir las reformas religiosas impuestas por Enrique VIII, lo que la llevó a perseguir a los protestantes de manera brutal. Este periodo de persecuciones, conocido como “las quemas de María”, causó la muerte de cientos de personas y le otorgó la triste fama de “María la Sanguinaria”. A pesar de su empeño en restaurar la fe católica, su reinado también estuvo marcado por el fracaso en su matrimonio con Felipe II de España y la falta de un heredero, lo que desestabilizó aún más su posición.

María Tudor murió en 1558, dejando un legado controversial. Su muerte permitió el ascenso al trono de su hermana Isabel I, quien restauraría el protestantismo en Inglaterra de manera definitiva. Aunque su reinado fue breve, la historia la recuerda como una monarca que luchó intensamente por la fe de su infancia, pero cuyo legado quedó empañado por las persecuciones religiosas.

Fuente: Historia de Inglaterra. “María I de Inglaterra: la reina sanguinaria”, BBC History.

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