La revelación de que el autoritario retrato del artista Gustave Courbet, Le Désespéré, fue adquirido por un coleccionista de Catar y no permanece en Francia ha generado preocupación entre gestores y especialistas en patrimonio cultural.
La obra, que data de 1844-45, había sido mostrada en Francia pero la operación de compra databa de alrededor de 2014, con un precio estimado de aproximadamente €50 millones. Al no haber sido declarado “tesoro nacional” al momento de la compra, el Estado francés no ejerció su derecho de tanteo o compra dentro del plazo legal.
El destino de la pieza está fijado para exhibirse en el próximo museo Art Mill en Doha a partir de 2030, lo que abre un debate sobre la capacidad de Francia para conservar obras clave en su territorio ante la estrategia expansiva de estados soberanos que invierten en colecciones de arte.
Los especialistas advierten sobre la necesidad de mecanismos de control más rigurosos y mayor transparencia en las adquisiciones internacionales del patrimonio nacional. Si bien la operación no infringe directamente la ley vigente, ha intensificado la discusión sobre los efectos del mercado global del arte y la protección de los legados culturales en economías saturadas o fiscales restrictivas.
