El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) anunció que alrededor de 13 millones de personas han salido de la pobreza en México en los últimos años, una cifra que el gobierno federal calificó como un “logro histórico”. De acuerdo con la administración actual, este avance se debe principalmente a la implementación de programas sociales y a las transferencias económicas directas que han permitido a millones de hogares mejorar sus condiciones de vida.
La noticia fue recibida con optimismo por parte de los sectores oficiales, quienes destacaron que este resultado refleja un cambio en las políticas de redistribución de recursos y un impacto directo en las comunidades más marginadas. Sin embargo, los especialistas han advertido que el panorama es más complejo de lo que muestran las cifras.
El extitular del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), Gonzalo Hernández Licona, señaló que si bien la reducción en los niveles de pobreza es un avance significativo, este se sostiene en factores que son altamente frágiles y volátiles. Según explicó, las transferencias monetarias mejoran de manera inmediata la capacidad de consumo de las familias, pero su permanencia depende del crecimiento económico sostenido, un objetivo que México aún no logra consolidar.
Además, factores externos como el cambio climático han demostrado la vulnerabilidad del país. Las fuertes lluvias en la Ciudad de México, que pusieron fin a más de tres años de sequía, también generaron graves inundaciones que paralizaron varias zonas urbanas y obligaron al gobierno capitalino a destinar más de 2,250 millones de pesos en trabajos de pavimentación y mantenimiento de infraestructura. Esta situación refleja que, aunque se logren avances sociales, la debilidad estructural de los servicios públicos y la planeación urbana deficiente continúan siendo retos de gran magnitud.
En paralelo, otro fenómeno social preocupa a especialistas: el incremento en los casos de suicidio reportado por la Asociación Mexicana de Suicidología. Los datos revelan que, pese a la mejora en indicadores económicos, la salud mental sigue siendo un área desatendida, lo que evidencia la necesidad de ampliar el acceso a servicios psicológicos y de prevención.
A estos desafíos se suma la persistencia del crimen organizado. El reciente asesinato de un líder comunitario en Guerrero volvió a mostrar los niveles de violencia que afectan a las zonas rurales del país, donde la presencia del Estado sigue siendo limitada y donde los grupos delictivos mantienen un control territorial que limita el desarrollo social.
En conclusión, México muestra avances en la reducción de la pobreza, pero enfrenta al mismo tiempo un entramado de problemas interconectados que frenan la consolidación de esos logros: la violencia estructural, la insuficiente atención a la salud mental, la fragilidad de la infraestructura urbana y rural, y los efectos cada vez más severos del cambio climático. Los analistas coinciden en que, sin un crecimiento económico sostenido y políticas públicas integrales, los progresos actuales podrían ser temporales y revertirse en el corto plazo.
