El villancico “Mi Burrito Sabanero”, originario de Venezuela, se ha convertido en uno de los temas más emblemáticos de la Navidad en América Latina. Su popularidad ha sido tal que ha sido interpretado por artistas de renombre internacional, como Simón Díaz, Juanes, Elvis Crespo y David Bisbal, siendo este último quien lo ha revivido recientemente a través de una nueva versión viral.
No obstante, la versión que marcó un hito en la historia de la música navideña fue la grabada en 1975 por el Coro Infantil Venezuela, conocido como La Rondallita. Esta interpretación se ha mantenido como la más recordada y continúa siendo un referente en las celebraciones de Navidad en América Latina, España y en la comunidad latina de Estados Unidos. De hecho, la revista Billboard la incluyó en su lista de las 100 mejores canciones navideñas de todos los tiempos.
La historia detrás de este éxito, sin embargo, es menos conocida. En 1975, el compositor venezolano Hugo Blanco, autor de “El Burrito Sabanero”, inicialmente grabó la canción con Simón Díaz. Pero Blanco pensó que el tema sonaría mejor interpretado por voces infantiles, por lo que contactó al Coro Infantil Venezuela, dirigido por Raúl Cabrera, para que adaptaran la canción a un formato coral.
Así fue como Ricardo Cuenci, un niño de 8 años, se convirtió en la voz solista del villancico. Ricardo, hoy con 57 años, recuerda que la música estuvo presente en su vida desde su niñez, influenciado por su padre, que formaba parte de una agrupación de música llanera. Fue gracias a la amistad de su padre con Raúl Cabrera que Ricardo se unió al Coro Infantil Venezuela y tuvo la oportunidad de grabar “Mi Burrito Sabanero”.
“Recuerdo que estábamos en el estudio de grabación y escuché la canción que Simón Díaz había grabado. Me puse a tararearla, y fue entonces cuando Hugo Blanco y Raúl Cabrera me escucharon. Ellos decidieron que sería yo quien la cantara”, relata Cuenci. A pesar de su dificultad para pronunciar algunas palabras, la canción se grabó como “El Burrito Tabanero”, nombre que perduró en la versión final.
El impacto de la canción creció gracias al trabajo de Raúl Cabrera, quien, además de ser director del coro, trabajaba en una tienda de discos y se encargó de distribuir el sencillo a través de las rockolas del país. Desde Caracas, la canción comenzó a ganar popularidad y, eventualmente, se hizo conocida en el resto de América Latina y el mundo.
A pesar del éxito rotundo de “Mi Burrito Sabanero”, Ricardo Cuenci nunca recibió compensación alguna por su participación en la grabación. “No recibí ni un bolívar partido por la mitad”, confiesa con cierta nostalgia el ex niño cantante.
Más de cuatro décadas después, “Mi Burrito Sabanero” sigue siendo uno de los villancicos más queridos y representativos de la Navidad, y la historia de Ricardo Cuenci, un niño que dejó su huella en la música sin recibir un pago por ello, sigue siendo parte de su legado.