Estados Unidos alcanzó el día número 38 de la paralización parcial del gobierno federal, lo que se convirtió en el cierre más prolongado de la historia nacional hasta ese momento. Debido a la falta de presupuesto aprobado, varios programas de asistencia social, entre ellos el de cupones de alimentos (SNAP), experimentaron retrasos significativos en su entrega a millones de beneficiarios en distintas entidades del país.
Un tribunal federal ordenó que se garanticen los fondos para el mes de noviembre a los beneficiarios de SNAP (42 millones de personas estimadas), pero la administración respondió solicitando una suspensión de esa orden argumentando restricción presupuestaria. Al mismo tiempo, la Administración Federal de Aviación (FAA) recortó el número de controladores de tráfico aéreo activos al no contar con fondos suficientes, lo que produjo demoras y cancelaciones en aeropuertos como Chicago O’Hare y Newark.
El impasse presupuestario generó críticas sobre la capacidad del Congreso y de la presidencia para llegar a acuerdos incluso en temas básicos de funcionamiento del Estado. Observadores políticos mencionaron que esta prolongación del cierre puede afectar la percepción internacional sobre la estabilidad institucional de EE.UU., lo cual a su vez podría tener impacto en la confianza de inversionistas globales.
