ALCATRAZ: LA FUGA QUE PUSO EN DUDA LA SEGURIDAD DE LA PRISIÓN MÁS TEMIDA DE ESTADOS UNIDOS

Durante casi tres décadas, la prisión de Alcatraz funcionó como un centro de detención federal de máxima seguridad. Ubicada en una isla de la bahía de San Francisco, su localización fue considerada una de sus mayores fortalezas, ya que los fuertes corrientes y aguas frías hacían casi imposible una fuga.

El 11 de junio de 1962, tres internos protagonizaron uno de los escapes más recordados en la historia penitenciaria. Frank Morris y los hermanos John y Clarence Anglin idearon durante meses un plan detallado que involucraba la fabricación de cabezas falsas de papel maché para simular su presencia durante las rondas nocturnas. Utilizaron cucharas de metal para perforar los muros de sus celdas y accedieron a los pasillos de mantenimiento, desde donde se desplazaron hasta el techo y posteriormente al mar.

Para su huida, confeccionaron una balsa utilizando impermeables robados y pegamento casero. Al día siguiente del escape, se encontraron restos de la balsa cerca de la costa, pero no hubo rastros concluyentes de los fugitivos. Aunque el FBI cerró el caso en 1979 bajo la hipótesis de que los reos habrían perecido en el intento, la Oficina de Prisiones y otras agencias recibieron cartas y reportes esporádicos en las décadas posteriores que sugerían que al menos uno de los internos podría haber sobrevivido.

Alcatraz fue clausurada como prisión federal en 1963, y desde entonces ha funcionado como museo y atracción turística. Sin embargo, el misterio del escape sigue sin resolverse, y la investigación permanece abierta en algunos registros del Servicio de Alguaciles de los Estados Unidos.

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