La investigación climática en Estados Unidos ha experimentado interrupciones luego de que la administración federal terminara un programa de financiación de 23 millones de dólares al centro de investigación Prairie Research Institute, lo que derivó en la paralización de proyectos que analizaban cambios en el clima a escala regional.
Un análisis publicado el 22 de octubre indica que, según diversos indicadores, 2025 se perfila como el peor año en la historia moderna para la ciencia estadounidense, en tanto los recortes afectan líneas de investigación sobre clima, biodiversidad y mitigación.
El episodio coincide con declaraciones del secretario general de las United Nations, António Guterres, quien defendió el papel de la ciencia y de la meteorología para la protección ante desastres climáticos, y advirtió que el retroceso en apoyo científico supone riesgos para la seguridad global.
Investigadores afectados advierten que las demoras implican pérdidas en datos críticos y una menor capacidad de respuesta ante eventos extremos, lo que puede tener consecuencias en políticas públicas y acciones de adaptación.
El debate adquiere relevancia en el contexto de políticas ambientales y la transición energética, teniendo en cuenta que la disminución de recursos para ciencia afecta tanto a instituciones académicas como al sector privado que depende de estudios de base para decisiones estratégicas.
