Cada año, durante el torneo de Wimbledon, se utilizan alrededor de 55,000 pelotas de tenis. Al finalizar el evento, muchas de estas pelotas no se desechan, sino que son recolectadas y recicladas con un nuevo propósito. A través de iniciativas impulsadas por organizaciones conservacionistas, las pelotas son transformadas en refugios para pequeños roedores como el ratón común y el ratón campesino.
Estas estructuras, fabricadas a partir de las pelotas usadas, se colocan en zonas rurales y reservas naturales. El objetivo es ofrecer protección frente a depredadores y condiciones climáticas. La forma y materiales de las pelotas permiten que sean utilizadas como escondites funcionales, aprovechando su durabilidad y capacidad de aislamiento.
La iniciativa se enmarca en una estrategia más amplia de adaptación ante la pérdida de hábitats naturales causada por actividades humanas y fenómenos ambientales. Así, lo que comienza como parte del espectáculo deportivo en Wimbledon, continúa como una medida de conservación en distintos entornos del Reino Unido.