Desde que Donald Trump asumió la presidencia de Estados Unidos, el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) ha detenido a 81,283 personas, con un promedio de más de 650 arrestos diarios. Entre enero y junio, ICE llevó a cabo al menos 34 operativos, enfocados en centros de trabajo como obras de construcción, muelles y fábricas. En muchos casos, los detenidos, vestidos con uniformes de trabajo, chalecos, cascos y herramientas, son expuestos públicamente, tratados como criminales.
En mayo, se registraron 23.564 arrestos, la cifra más alta del año. Las redadas han llegado incluso a ciudades santuario como Los Ángeles, donde agentes armados han irrumpido en áreas laborales con alta presencia latina. Estos operativos reflejan una escalada en las acciones contra la población indocumentada, sin diferenciar entre trabajadores sin antecedentes y presuntos delincuentes. La intensidad de estas operaciones ha generado temor en comunidades migrantes en todo el país.
La política migratoria de Trump se caracteriza por el uso extensivo del poder federal para perseguir a indocumentados. Las cifras y los métodos empleados muestran una estrategia que prioriza la detención masiva, desoyendo críticas sobre el impacto humanitario. La cacería migratoria continúa abierta, afectando a miles de personas y alterando la vida en zonas con fuerte presencia de trabajadores latinos.