El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha anunciado la imposición de un arancel base del 10% a todas las importaciones extranjeras, con tarifas más elevadas para ciertos países. En particular, los productos de la Unión Europea estarán sujetos a un incremento del 20%, mientras que las importaciones de China experimentarán un aumento del 54%. Por otro lado, las importaciones de Japón, Vietnam y Camboya estarán gravadas con aranceles que van del 24% al 49%, dependiendo del tipo de producto. La medida no afecta a México y Canadá, que han sido exentos, lo que ha generado alivio en estos países.
El objetivo de esta estrategia, según el gobierno estadounidense, es reducir el déficit comercial de Estados Unidos y fortalecer la industria nacional. Sin embargo, expertos han señalado que estos aranceles podrían tener un impacto negativo en los consumidores estadounidenses, quienes enfrentarán precios más altos debido a la mayor carga arancelaria sobre productos importados. Además, podrían generar represalias por parte de los países afectados, afectando a empresas de ambos lados del Atlántico y complicando aún más las relaciones comerciales internacionales.
China, la Unión Europea y otros socios comerciales clave han expresado su preocupación por el aumento de estas tarifas, y se esperan reacciones que podrían derivar en una guerra comercial a gran escala. La Organización Mundial del Comercio (OMC) también ha intervenido, advirtiendo que esta medida podría violar acuerdos internacionales establecidos previamente. La incertidumbre en los mercados ha disparado la volatilidad de los precios en los mercados de valores globales.
Fuente: Huffington Post