Para muchos de nosotros, la palabra más difícil de decir es una de las más cortas y fáciles del vocabulario: No. Anda, dilo en voz alta: No.
No, fácil de pronunciar, difícil de decir.
Nos da miedo caerle mal a la gente, o nos sentimos culpables. Podemos creer que un “buen” empleado, hijo, padre, cónyuge o cristiano nunca dice no.
El problema es que, si no aprendemos a decir no, dejamos de caernos bien a nosotros mismos y a la gente a la que siempre tratamos de complacer. Quizá́ incluso lleguemos a castigar a los demás a causa del resentimiento.
¿Cuándo decimos no? Cuando realmente queremos decir no.
Cuando aprendemos a decir no, dejamos de mentir. La gente puede confiar en nosotros, y nosotros podemos confiar en nosotros mismos.
Pasan todo tipo de cosas buenas cuando empezamos a decir lo que queremos.
Si nos asusta decir no, podemos darnos algo de tiempo. Podemos tomarnos un descanso, ensayar la palabra y volver para decir no.
No tenemos que brindar largas explicaciones por nuestras decisiones.
Cuando podemos decir no, también podemos decir sí a lo bueno.
Nuestros no y nuestros sí empiezan a ser tomados en serio. Ganamos control sobre nosotros mismos. Y es entonces cuando aprendemos un secreto: que en realidad no es tan difícil decir “no“.
Hoy diré no si eso es lo que quiero.
Excelente inicio de semana…..
Por: Giorgio Alvarado, Coach de Vida.