La sexualidad en la vida del ser humano en algún punto de su ciclo, se convierte en un tema importante para hablar y expresar, aunque no se sea sexualmente activo, de cierta manera es algo que está presente a diario, sea por algo mental o algo fisiológico que causa respuesta. Para entender, fácilmente hay que partir por la diferencia que existe entre deseo y excitación.
Esta primera fase, la del deseo, se suele desencadenar como consecuencia de haber visto, oído o imaginado algo erótico, y/o por influencia hormonal. Tras esto, aparecen fantasías, imágenes o conductas destinadas a aumentar la excitación, y es probable que busquemos actividades eróticas que nos satisfagan. En este punto entramos en la fase más propiamente de la excitación, en la que a través de esta estimulación erótica empezamos a sentir una tensión sexual psicológica y fisiológica que va en aumento, llegando a la fase de la meseta. Tras esto, si conseguimos relajarnos y dejarnos llevar por nuestras sensaciones, es posible que lleguemos al orgasmo, que podríamos definir como las contracciones rítmicas y espasmódicas de nuestra zona genital que ocurren de forma involuntaria y que pretenden liberar la tensión y vasocongestión que han ido en aumento a lo largo de las anteriores fases. El orgasmo dura unos segundos y va seguido, generalmente, de una sensación placentera de relajación. Por último, la fase de resolución es la relajación que sigue al orgasmo o a un periodo de excitación, tanto si hay orgasmo como si no lo hay.