En un mundo donde la liberación sexual ha ganado terreno, los juguetes sexuales siguen enfrentando resistencia entre los hombres. A pesar de que el mercado global de estos productos superó los 35 mil millones de dólares en 2024, según reportes de Statista, la mayoría de los consumidores son mujeres o parejas, dejando a los hombres como un grupo minoritario en su uso. Expertos señalan que los prejuicios culturales y la estigmatización de la sexualidad masculina son las principales barreras.
La psicóloga sexual Carla Méndez explica que muchos hombres asocian los juguetes sexuales con una amenaza a su masculinidad. “La idea de que un hombre necesita ‘ayuda’ para el placer sigue siendo tabú. Hay una presión social que los empuja a demostrar autosuficiencia”, afirma. Esta percepción, arraigada en normas de género tradicionales, limita la exploración de productos diseñados para el placer masculino, como anillos vibradores o estimuladores prostáticos.
Aunque marcas como Fleshlight o Tenga han ganado popularidad, los hombres representan menos del 30% de los compradores de juguetes sexuales, según un estudio de la consultora Grand View Research. En contraste, las mujeres han adoptado estos productos con mayor apertura, impulsadas por campañas de empoderamiento sexual. La falta de publicidad dirigida a hombres y la escasa educación sexual masculina agravan esta brecha.
Especialistas coinciden en que normalizar el uso de juguetes sexuales entre hombres requiere desmantelar estereotipos. “Si los hombres se liberasen de sus prejuicios, disfrutarían mucho más. El placer no tiene género”, sentencia Méndez. Iniciativas como talleres de sexualidad y campañas inclusivas comienzan a abrir el diálogo, pero el cambio cultural aún está en proceso.