En México, diversos lugares abandonados cuentan historias de prosperidad, tragedia y transformación. Cada uno de estos sitios ofrece una ventana a épocas pasadas, marcadas por eventos que llevaron a su abandono.
San Juan Parangaricutiro, en Michoacán, es conocido por su historia volcánica. En febrero de 1943, un granjero observó humo en sus tierras, lo que llevó al descubrimiento del volcán Paricutín. En menos de un mes, el volcán emergió, explotó y sepultó el pueblo en lava. Afortunadamente, no se reportaron víctimas humanas.
Mineral de Pozos, en Guanajuato, fue un importante centro minero durante la época colonial, con más de 70,000 habitantes dedicados a la extracción de metales preciosos. Sin embargo, la inundación de las minas llevó a una drástica disminución de la población, y para 1982, sólo quedaban 200 residentes.
Ojuela, en Durango, fue uno de los primeros pueblos mineros fundados en la Nueva España. En 1598, el padre jesuita Servando de Ojuelos estableció el pueblo junto a una barranca rica en minerales. A pesar de la construcción de un puente colgante, las tormentas de 1920 inundaron la mina, dejando el pueblo deshabitado.
Real de Catorce, conocido como Real de Minas de Nuestra Señora de la Purísima Concepción de los Álamos de Catorce, se destacó por la extracción de plata en el siglo XIX. La abundancia de plata hizo que el estado adoptara el nombre de Potosí, pero la eventual agotamiento de las minas llevó al abandono del pueblo.
Guerrero Viejo, en Tamaulipas, fue inundado por la Presa Falcón en 1944, lo que obligó a sus habitantes a reubicarse en Guerrero Nuevo. Aunque el pueblo se convirtió en un pueblo fantasma, sus edificios aún pueden ser visitados cuando los niveles de la presa lo permiten.
La Ex-Hacienda de San Diego de Jaral del Berrio, hogar de los marqueses de Jaral del Berrio, se vació con el tiempo debido a los cambios sociales y políticos tras la independencia y la revolución. Hoy en día, la antigua hacienda está deshabitada, y su estación de tren también permanece en desuso.
Estos lugares, aunque abandonados, continúan capturando el interés por sus historias y el legado que dejaron.