El paludismo, también conocido como malaria, es una enfermedad infecciosa causada por un parásito del género Plasmodium que se transmite a través de la picadura de mosquitos. Los síntomas incluyen fiebre, escalofríos, sudores, dolor de cabeza, dolor muscular y fatiga. En casos graves, el paludismo puede causar anemia, insuficiencia renal, convulsiones y coma, e incluso puede ser mortal si no se trata adecuadamente.
El paludismo es común en regiones tropicales y subtropicales, especialmente en África subsahariana, pero también se encuentra en partes de Asia, América Latina y el Medio Oriente. La prevención del paludismo implica el uso de mosquiteros tratados con insecticida, repelentes de insectos y medicamentos antipalúdicos profilácticos. El tratamiento del paludismo generalmente implica la administración de medicamentos antipalúdicos específicos, que pueden variar según la gravedad de la enfermedad y el tipo de parásito.
En 2021, casi la mitad de la población mundial estaba expuesta al riesgo de padecer paludismo.
Ese año, según los cálculos, hubo en el mundo 247 millones de casos de paludismo.
Se estima que en 2021 la enfermedad causó la muerte de 619 000 personas.
La Región de África de la OMS soporta una fracción desproporcionadamente alta de la carga mundial de morbilidad. En 2021, la región concentró un 95% de los casos de paludismo y un 96% de las defunciones por esta enfermedad. De todas las defunciones por paludismo registradas en la región, alrededor del 80% corresponden a niños menores de 5 años.